LIBRO:
Todo Sobre La Bolsa
...más de 600 mil ejemplares solicitados desde su lanzamiento en 1996!
Capítulo I
INTRODUCCION
“Yo no enseño.., sólo cuento.”
MICHEL DE MONTAIGNE
Más tarde o más temprano, casi todas las personas se ven ineludiblemente involucradas en su vida con el tema del dinero, ya que no se puede escapar a ello, si se opta por vivir dentro de la organización de la sociedad y sus reglas.
En la dimensión material del mundo en que vivimos, siempre se requiere finalmente del dinero como medio de intercambio de bienes y servicios.
Por otra parte, es natural que las personas se intriguen con las diferentes formas de obtener dinero, y principalmente con aquellas que son ingeniosas y minimizan el esfuerzo tradicional para ganarlo con el sudor de la frente.
Siendo muy joven, recién casado, en una reunión familiar en casa de mis padres, escuché a mi tío Pietro contar acerca de sus proezas y su método para jugar a la ruleta en el casino. Básicamente, su martingala consistía en elegir la docena que no hubiera salido por lo menos durante tres tiradas de la bolita, y ésa era elegida como aquélla donde la próxima bolita tendría mayor probabilidad de caer, y debía, por lo tanto, ser cargada con fichas en cada una de las doce casillas. En el caso que la siguiente bolita lanzada no cayera en dicha docena, se aumentaba la apuesta anterior, de manera tal que, si en la subsiguiente tirada salía premiado cualquier número de la docena, esta ganancia permitiría recuperar lo perdido anteriormente, y aún ganar.
Impresionado, y pensando que mi tío era un héroe por haber descubierto tan astuta estratagema para obtener dinero en forma fácil, confieso que esa noche me dormí con la cabeza llena de fantasías. Al día siguiente, con mis conocimientos elementales de estadísticas, calculé que la probabilidad de que saliera premiada la docena elegida era 95.9%, antes de llegar al tope máximo de apuesta permitido por el casino.
Entusiasmado por esta confirmación “teórica”, nos entrenamos debidamente con Cecilia en la forma de cómo teníamos que hacer las apuestas, y viajamos al casino de Viña del Mar, el siguiente fin de semana, para poner la martingala a prueba.
No puedo realmente describir el júbilo que sentíamos cuando se cumplía nuestro juego, una y otra vez durante esa noche. Las ganancias no eran grandes sumas, pero nos alcanzaban para salir a comer y bailar, pagar el hotel y la bencina de nuestra flamante Citroen AX-330, para
regresar a casa.
Durante varios años mantuvimos la costumbre de ir de vez en cuando al casino, hasta que, en una oportunidad conversando del tema con mis amigos René y Eduardo, me espetaron que las probabilidades por mí calculadas no eran tales, debido a que la probabilidad de ocurrencia de cada docena frente a toda tirada de bolita, era siempre 33.3%, tal como es 50% la probabilidad que salga cara o sello, en el caso del lanzamiento de una moneda, ya que éstos
debían ser considerados como sucesos independientes. Es decir, la probabilidad que saliera la docena elegida no iba aumentando con el número de tiradas, sino que permanecía en un valor constante de 33.3%.
La vez siguiente que concurrimos al casino con Cecilia, me invadió la inseguridad acerca de las probabilidades de nuestra forma de jugar; ¿y si mis amigos tenían razón...?
Pues sucedió, con esa carga negativa que llevaba, que esa noche perdimos en cinco minutos el dinero que teníamos disponible para apostar. Luego de ese episodio, durante mucho tiempo abandonamos la costumbre de ir al casino.
Años después hemos vuelto esporádicamente al casino a jugar, y la mayoría de las veces la martingala funciona bien. Ello se debe a que la teoría de los grandes números hace tender al equilibrio la ocurrencia de los sucesos, y por esta razón, la probabilidad de que la bolita siguiente caiga en la docena que aún no ha salido, efectivamente va aumentando.
Aprendí de ese episodio que, para ganar, se debe actuar con confianza y fe.
A raíz de esa experiencia, siempre guardé los recuerdos de las fuertes emociones que suscita el juego de azar, pero también me convencí de que el juego en el casino no era el camino para acumular dinero.
Otro episodio, relacionado con el tema del dinero, me ocurrió algunos años después, cuando estaba trabajando como ingeniero asesor en una importante empresa.
Un día, el gerente general, don Roberto, me mandó llamar y cariñosamente me anunció que iba a hacerme un regalo.
Al entrar a su oficina me empezó a decir: “Estimado José, el regalo que quiero hacerle es la revelación de un secreto acerca del dinero... La mayoría de las personas saben este secreto, pero no logran comprenderlo a tiempo”. Yo, sorprendido, le escuchaba atentamente:
“Ser rico es una decisión al alcance de todos...”, y tomando su calculadora Hewlett Packard hizo delante de mis ojos el ejercicio simulado de colocar sistemática y disciplinadamente el equivalente de un ahorro mensual de U$300 a una tasa de interés durante 15 años.
¡Las cifras que aparecían en el visor de la calculadora, al término del período considerado, eran siderales! Efectivamente era así de fácil, sólo que debía lucharse contra uno mismo para no interrumpir el ahorro y perseverar durante 15 años...
Al día siguiente comprobé que las cifras calculadas por don Roberto eran altamente sensibles a la tasa de interés que se le aplicara al ejercicio. El sistema financiero de renta fija era la alternativa de mínimo riesgo para ahorrar, pero también era la menor tasa disponible en el mercado.
Luego, el desafío era entonces encontrar una alternativa de hacer rentar el capital ahorrado a tasas mayores de interés, con riesgo controlado dentro de lo posible, de modo que esa actividad fuera, además, compatible con mi trabajo de ingeniero.
Así fue como decidí investigar la alternativa de renta bursátil, pero invirtiendo directamente, y no a través de fondos mutuos. Ese sería para mí el verdadero desafío.
Comencé entonces a introducirme en el mundo bursátil a través de concienzudos análisis de información fundamental de las empresas, tales como: estados financieros, balances, relación precio/utilidad, valor libro, etc., lo cual era muy tedioso de realizar, y finalmente terminaba siendo también un juego de azar, si se deseaba especular en el corto plazo.
Lamentaba en esos tiempos, no poder realizar el tipo de análisis estadístico, ya que con las herramientas disponibles para realizar cálculos matemáticos era una tarea titánica, y todo el esfuerzo desplegado se consumía en engorrosos análisis que quedaban rápidamente obsoletos al finalizar cada día, sin llegar a conclusiones concretas.
Afortunadamente, con la irrupción de la era de la computación y el vertiginoso desarrollo de softwares estadísticos de los últimos años, finalmente he encontrado las herramientas y las teorías para realizar la más apasionante actividad, como hobby: el análisis técnico del mercado bursátil, es decir, el seguimiento de los precios de las acciones para estimar las tendencias del mercado, basándose en indicadores estadísticos.
El atreverse a este “juego”, con el firme propósito de triunfar, significa someterse a un verdadero entrenamiento para dominar las emociones humanas que surgen espontáneamente, y que lo impulsan a tomar decisiones contrarias a las correctas. En esta actividad entra a jugar la naturaleza humana como un factor importante en las decisiones de compra o venta de acciones, las cuales estarán influenciadas, inevitablemente, por emociones y sentimientos, como el susto, la ambición, la excesiva confianza, la negligencia, el riesgo desmedido, la insensatez, la tenacidad, la fortaleza, la paciencia y, muchas veces, la incapacidad de reconocer frente a los demás el haber cometido un error, antes que las pérdidas sean demasiado grandes.
Frente a las bajas repentinas de los mercados, el impulso natural será asustarse y vender, aunque sea a un precio más bajo al cual se compró, para, de este modo, sentirse a salvo; o al contrario, sumarse a la euforia de compra en los ciclos de alza de precio y quedarse clavado con acciones compradas en su punto máximo de precio, mirando atónito luego como bajan.
El sólo intentar dominar estas emociones e impulsos, es una experiencia de crecimiento interior que vale la pena.
Un sistema de análisis que “funcione” es la quimera buscada por muchos, durante largos años; pero con el desarrollo que ha alcanzado la computación y la informática, hoy puede ser una realidad. Sin embargo, todo sistema de análisis estará siempre acechado por la tentación de interpretar emocionalmente las situaciones bursátiles, ya que, por nuestra naturaleza humana,
tenderemos a verlas como deseamos que sean, y no como realmente son. El sistema propuesto en este libro tiene una lógica incorporada y permite detectar señales de compra y criterios de venta en forma objetiva, ayudando, de este modo, a liberarse de la trampa de las emociones.
Durante el desarrollo de esta obra, la cual en un principio tenía sólo un alcance técnico bursátil, fue imposible abstraerme de la necesidad de investigar acerca del significado y el uso del dinero, para el ser humano. Esta parte del trabajo ha sido tanto o más interesante que el trabajo técnico desarrollado, ya que me aportó el soporte espiritual y filosófico sobre el tema.
Debo confesar que durante un tiempo, todo lo que había desarrollado hasta entonces sobre la Bolsa y el dinero perdió el significado, y me pareció casi un inútil juego infantil, comparado con la verdadera misión que tenemos como seres humanos sobre el planeta.
Más tarde comprendí que la relación con el dinero, en el mundo físico en que nos manejamos, es ineludible y será mejor llevarla a cabo en la forma más inteligente posible, poniéndola al servicio de nosotros, para lograr un mejor desarrollo integral como personas.
Los grandes pensadores han venido repitiendo desde siempre y en forma apasionada la gran pregunta: ¿Está moralmente justificada la ambición y la posesión del dinero? Es imposible un juicio objetivo. Todo depende de la posición filosófica de cada uno.
El dinero tiene un halo de misterio. Mucha gente gasta su vida entera tratando de obtenerlo, y algunos, incluso, hasta mueren en el camino; pero a veces, cuando lo obtienen, se dan cuenta de que igualmente no son felices.
Resulta lógico y natural que el hombre quiera poseer dinero. El dinero ayuda a conseguir independencia y comodidades, ofrece pequeñas alegrías y satisfacciones; pero existe el gran riesgo de caer subyugado ante él, por el poder que otorga, y puede suceder que, finalmente, la persona termine siendo un esclavo del mismo, dedicado a cuidarlo y no el dinero a su servicio, perdiendo a su vez toda ética en el comportamiento social con sus semejantes.
No se trata solamente de acumular dinero, sino de lograr la armonía entre poseer dinero, para lograr un mejor desarrollo material, y el compartirlo con quienes nos rodean como enriquecimiento intelectual y espiritual. Esto sí es ser rico.
Para la mayoría de los seres humanos que no tienen dinero, el ganarlo es una necesidad cotidiana. Para otros, significa un placer, y no por el dinero en sí, sino porque se trata de una ganancia en el verdadero sentido de la palabra.
El “jugador” de la Bolsa vive casi una auténtica embriaguez cuando el dinero lo gana con ideas que demuestran su validez al verse confirmadas por el mercado. La satisfacción de haber ganado racionalmente es para él una alegría aún mayor que obtener el dinero mismo. No puedo evitar en mi interior un duelo permanente entre dos personalidades. Mientras una me aconseja por razones éticas no participar en la especulación, la otra se frota alegremente las manos, de sólo pensar en el posible beneficio y lo excitante de la experiencia. Para aplicar al mercado bursátil las herramientas y criterios estadísticos descritos en este libro, se requiere alimentar con información una base de datos en forma diaria, manejada en un computador.
El éxito en el mercado bursátil será el premio para aquellos que logren mantener la base de datos al día, para ser interpretada con esmero, perseverancia y rigurosidad en la aplicación de los procedimientos que se adopten.
Este libro no pretende abarcar toda la información existente relativa al análisis técnico, ya que el campo que abarca este tipo de estudios es muy amplio y está cambiando continuamente. Pero lo que sí me atrevo a asegurar es que los principios básicos del funcionamiento
de los mercados y la forma de actuar de las personas, no cambiarán jamás.
Este libro encierra la sabiduría de gente con experiencia de largos años en el tema, y podrán entender mejor su verdadero significado quienes hayan tenido alguna vivencia real con el mundo de la Bolsa.
Si el lector busca un tratado de economía y estadísticas se va a frustrar. Si quiere entrar en una aventura de sugerencias y conceptos con los que puede o no estar de acuerdo, se va a entretener. Como dijo Voltaire, el único pecado imperdonable es el no ser entretenido.
J.Meli